De chicos, todos
fantaseamos alguna vez con "Cuando sea grande quiero ser..." y muchos
de esos sueños pudieron hacerse realidad o reinventarse.
Es por eso que invitamos
a cuatro de nuestros integrantes a que nos cuenten qué querían ser cuando eran niños:
El deseo de Raúl
Bonserio era ser “astronauta, piloto de avión o ingeniero nuclear”, algo que se
relacionara con ser un científico: “entrábamos a los laboratorios improvisados
de química que teníamos, y fabricábamos pólvora, destilábamos licores,
armábamos casitas en árboles”.
La motivación era “…el saber, el cómo y por qué de las cosas”. Aprender y descubrir cosas nuevas continúa siendo su objetivo profesional: “sigo aprendiendo nuevas tecnologías, frameworks, lenguajes de programación. Eso me gusta, y me impulsa a continuar alcanzando metas”.
La motivación era “…el saber, el cómo y por qué de las cosas”. Aprender y descubrir cosas nuevas continúa siendo su objetivo profesional: “sigo aprendiendo nuevas tecnologías, frameworks, lenguajes de programación. Eso me gusta, y me impulsa a continuar alcanzando metas”.
En la misma
línea que Raúl, Rodolfo Arrieta soñaba con ser “inventor”, ser reconocido por
la creación de algo novedoso. También estaba fascinado con la idea de tener un
laboratorio, hacer experimentos y “cambiar el mundo”. Algunas innovaciones
tecnológicas como el CD de música despertaron su curiosidad acerca de cómo se
guardaba la información allí. Recuerda
estar en casa con su hermana y su prima y de pronto pensar “vamos a armar algo
para cambiar el mundo, algo que no se haya inventado y que se nos haya ocurrido
primero a nosotros”. De ahí surgió el deseo de “hacer algo para aportar mi
granito de arena”. Cerca de este sueño de chico hoy trabaja en proyectos de
desarrollo de software para crear soluciones.
El acercamiento
de Nicolás Lavagna a la ciencia, en cambio, tuvo una motivación que provenía de
su vida cotidiana: anhelaba ayudar a su abuela aliviando sus tareas en la casa.
Su objetivo era “construirle una Robotina”, y para eso debía ser ingeniero electrónico.
De chico “desarmaba todo lo que era electrónico, no lo usaba para jugar, quería
ver lo tenía adentro”. Finalmente se recibió de ingeniero, y si bien ya no
desde la electrónica, desde la informática continúa facilitando el trabajo de las
personas mediante la creación de aplicaciones para los dispositivos
electrónicos que antes analizaba con tanto empeño.
Silvina Aponte
estaba entre ser azafata o paleontóloga.
Como viajaba seguido en avión para visitar a sus abuelos que viven en
Tucumán, siempre que podía se escapaba para conversar con las azafatas, que le
contaban sus viajes por el mundo y eso le encantaba: “Siempre me atrajo la
idea de hablar varios idiomas, poder comunicarme con la gente y viajar por el
mundo”. Actualmente, su profesión se relaciona con todo eso, de alguna manera, en
el manejo de un “idioma” en el cual, dice, “la computadora me entiende”.
Tenemos la idea de que lo más preciado para
un niño es el sueño de convertirse en alguien importante cuando sea grande. Por
esta razón, quisimos homenajear la perseverancia de estos y todos nuestros
profesionales en seguir viviendo el sueño que impulsa nuestros días.
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